El tiempo medita hasta las palabras que surgen de los sentimientos. Cuando estos abrazan el silencio que nos acompaña desde el corazón del alma hasta la nada, se llenan de lágrimas azules todos los vientos que las brisas de las mañanas tiñen de cantos y auroras tras el vestigio de una sombra que asoma en la ventana.
En la oración que me despierta del letargo de toda una vida, sumerjo mis manos y oculto el rostro que anclado en mi faz me persigna por dentro.
Busco tu silencio, tu comprensión, tu paz, todo en ti, pero no recuerdo el camino de llegada, ni el de salida. Sólo espero que el día que me muestres ese misterio despierte para siempre el yo que siempre retengo.
Don de dones es tu mirada y tu complacencia es mi morada. Don de dones es tu amable compañía y tu grata respuesta. Don de dones es serte en ti y serme de ti en mí ,por siempre y por todo el océano de tiempos.
Sonríeme mientras camino porque tu mirada es la luz que necesito para no convertirme en polvo de tiempo y dejar de ser conciencia viva en tu donada vida.
Abrázame por siempre en tu amparo y hazme sentir de nuevo la brisa de la verdadera existencia que por siempre nos albergará en tu morada viva.
Desierto de las palmas. Siseo de escobas. Hábitos pobres en hilo y ricos en amor tejido de polvo y sudor. Hábitos de Marrón, coloreados bajo la polvareda que sacude esta mañana incierta y perezosa, que entreveo desde esta sombra que me cobija. Corazones llenos de risas ricas en amor. Sonrío bajo olivo en fuente sin agua.
Buscaba el silencio y hallé sus risas alegres y caras sin necedad ni engaño. Barriendo las piedras se untaban los hábitos del polvo de una celebración ajena a sus vidas y a sus memorias. Como una boda engalanada de blanco los invitados se ausentaron poco a poco de la mañana, para tirar por la ventana lo que el tiempo se llevó de la mañana tras el alba.
Buscaba el Silencio, y en silencio lo hallé. Más el siseo del polvo danzarín y pegajoso bajo escobas arrancado me sumió en el adentro, donde te encontré en su capilla. En silencio me arrodillé para reposar mis manos bajo mi cabeza y levantar los ojos del alma al silencio del adentro, el verdadero silencio donde todo puede ser, donde nada puede Ser, ni entrar, ni escuchar, ni sentir. Solo Él.
No necesitan estar, sólo ser. No necesitan volar, sólo amar, andar en la luz de los sin Luz, donde todo es Luz y nada se siembra de sombras ociosas. Donde el silencio de silencios de silencioso adentro. Allí adentro yo, envidioso de su túnica marrón espolvoreada, de su austeridad y risueña pobreza que bajo palio de palabras risueñas entre hermanos descubrí en su aliento, el aliento de la vida, la del Espíritu en su más humana inspiración divina. Y levanté la mirada hacia aquel ojo del cielo de embellecidas y misteriosas palabras. Maranatha amen. Ven Señor Jesús. La fe de la esperanza donde la puerta abierta aguarda.
Se resquebrajan los ojos, rasgadas las vestiduras y entreabiertas las vestimentas de las manos, asiendo las verdaderas barrederas. Las manos del alma, las que arredran con todo y simulan la vara. Las manos que Dios da a los hermanos para que armen sus almas y sonrían felices como niños que esperan tan solo una buena llamada.
Bellos y sentidos anhelos forman las gotas de rocío y brisas que anidan en tus sueños cada mañana.
Cuan alta está la estrella que nos guía para poder ver su luz y seguir su senda sin tropiezos ni angustias.
Así de sencillo es el rocío que enhebra todas sus lágrimas entre luceros y auroras y despierta en tus ojos cada mañana.
Bellos y efímeros hálitos de rocíos y brisas son los que atraviesa el alma, cuando el reloj del silencio alumbra la sombra de un Ángel que asoma por la ventana.
Así de sencillo es creer que hay vida en la vida sin siquiera sentir su huida, sin siquiera sentir la mentira de lo que nos habita y nos ilumina sin luz verdadera.
En el silencioso retiro de una palabra nunca escrita, escucho el anhelo que quisiera despertar de su encierro.
Ya nada queda por hacer sino es por ser lo que seré siguiendo su estela, su mano dulce y la voz que sosiega.
Cuando la noche cuela sus alas cuando el sueño me vence los ojos entorno en tu recuerdo las manos ciño a tus sueños.
Cuando el día clarea y las estrellas se alejan, llega la vida del sinsentido pero nunca le dejo vencer.
He visto los tiempos he oído a los hombres he escuchado plegarias las he rezado conmigo sin embargo aun siento el deshielo cuando el silencio del desierto me habla.
Ya es hora de partir de marchar muy lejos donde el alma espera que nazca de nuevo aurora venial.