Las hojas cuando se desprenden solas,
las lleva el viento de la mano,
las acuna el sueño de luz de luna,
las embriaga de belleza el color,
las colma de amor Tu mirada,
las sigue con pasión en su deambular mi imaginación,
las estrecha por dentro con al alba.
Esas hojas doradas
que encierran sabiduría y nostalgia,
son las que acuno ahora
cuando siembras el otoño en el verano
en la pluma de mi corazón nostálgico,
esas hojas son las que recojo
cada día en mis palabras,
y las que dejo en tus manos
en cada sencilla oración.
Son las oraciones de los hombres
que suspiran cada día por saberse en Ti,
y tienden su mirada al horizonte
con la esperanza de sentirse en Ti.
Si me mandas tu hoja
que sea el viento quien
me lleve con ella Señor,
que sea tu mano
quien me eleve
de la ciénaga oscura,
que sea su fragor de luz ambarina
la que me transforme
en ilusión de vida.
Que sea Tu amor
quien me prenda para siempre
y me dé al fuego de la virtud
de sentirte cerca,
al don de tenerte cada día
cerca de mi mano,
en mis dedos,
en mis pensamientos,
en cada rincón que Tú habitas,
en cada noche que te llamo,
en cada mañana que te imploro
por la vida en la vida,
y por todos aquellos que están ti.
Que sean tus hojas
plumas de ángel,
de Tú luz,
de Tú amor,
del todo que encierras
en la tierra y en el cielo,
de las plegarias de los salmos,
de la piedad de los vivientes,
de todo lo que acontece
en cada universo de tu creación.
Que cada día vierta tus palabras,
una a una en el cuenco de tus hojas,
de las que desprendes su fragancia
y nos fascinas con la dulzura
de su sencilla melodía sibilante,
casi inadvertida,
casi olvidada,
casi en la nada,
pero ahí está,
Tú presencia.
Está en cada color
que ilumina sus haces dorados,
en cada movimiento
que emprende con el viento,
en cada posarse
en Tú mano,
en la mano que Tú acoges y meditas,
en cada momento
que miras y sonríes
con comprensión y amor.
Del amor y de la vida
eres Tú, ansiado don
de volar en sueño a tu lado,
y sentirte como brisa en el corazón.
Que cada mañana prendan los cielos
Tú Nombre e iluminen los cielos nuestra vida
para sabernos en el sendero
que tu amor nos confía
y enseña con caricias
de vida, amor e ilusión.
Siempre en ti estaré,
donde Tú estés estaré yo,
si esa es tu bendición.