miércoles, 19 de agosto de 2009

Huerto de olivos



Aquí siento el silencio

profundo y desgarrado

por el trino de un jilguero,

posado sobre el lienzo verde

de un grácil huerto de olivos.


Entroncado en cada uno de los piares

que engrandecen Tu silencio,

que refrendan el paso

por la senda de la vida.


Aquí te siento de verdad Silencio,

te he escuchado como nunca antes

lo hubiera imaginado,

tan sólo unos instantes

de belleza suprema

donde lo único que me habita

eres Tú, el Silencio.


Apenas abres tus alas al viento

y sediento siento el rociar de tu brisa

acariciando mi vestidura,

piel de tu palabra

que comulga conmigo

en este perdido lugar

donde en ningún tiempo habito,

donde Tú me hablas

con tu voz de Silencio perpetuo

de vida de amor

y de verdadero silencio de vida,

así te siento Silencio.


Transido por ti,

en el silencio que posee lo eterno,

me transformo en pétalo renacido

al viento dormido de tu preeminencia,

de tus pensamientos que escrutan mi mente

desde el corazón del alma,

al corazón del espíritu

que habita en Tu Silencio.


Pleno de gracia y renovada savia,

mi alma deambula por los pasillos

de tus senderos verdes y frondosos,

se transforma en la nada del todo

para ser silencio en Tu Silencio,

luz en Tu Luz,

vida de Tú Vida,

amor de Tú Amor.


Todo y nada

en la entrañable e íntima comunión,

un todo lo que nos abarca,

con todo lo poco que nos inicia,

escalera de la Luz errante,

la que consagra el amor

del alma y del espíritu,

a toda la esperanzada y querida mano

que me guía cada día,

desde tu casa hacia la vereda

que un día asonará y retumbará

cual fuego de vendaval,

todo el que no acaezca hallado

del nacer a la vida en el amor.


En tu amor a Ti

A todo Tú

A todo lo que eres Tú

Es

Eres

Tú eres amor,

El Amor.

La Vida en el Amor.