martes, 28 de julio de 2009

28 07 2009



Las hojas cuando se desprenden solas,

las lleva el viento de la mano,

las acuna el sueño de luz de luna,

las embriaga de belleza el color,

las colma de amor Tu mirada,

las sigue con pasión en su deambular mi imaginación,

las estrecha por dentro con al alba.


Esas hojas doradas

que encierran sabiduría y nostalgia,

son las que acuno ahora

cuando siembras el otoño en el verano

en la pluma de mi corazón nostálgico,

esas hojas son las que recojo

cada día en mis palabras,

y las que dejo en tus manos

en cada sencilla oración.


Son las oraciones de los hombres

que suspiran cada día por saberse en Ti,

y tienden su mirada al horizonte

con la esperanza de sentirse en Ti.


Si me mandas tu hoja

que sea el viento quien

me lleve con ella Señor,

que sea tu mano

quien me eleve

de la ciénaga oscura,

que sea su fragor de luz ambarina

la que me transforme

en ilusión de vida.


Que sea Tu amor

quien me prenda para siempre

y me dé al fuego de la virtud

de sentirte cerca,

al don de tenerte cada día

cerca de mi mano,

en mis dedos,

en mis pensamientos,

en cada rincón que Tú habitas,

en cada noche que te llamo,

en cada mañana que te imploro

por la vida en la vida,

y por todos aquellos que están ti.


Que sean tus hojas

plumas de ángel,

de Tú luz,

de Tú amor,

del todo que encierras

en la tierra y en el cielo,

de las plegarias de los salmos,

de la piedad de los vivientes,

de todo lo que acontece

en cada universo de tu creación.


Que cada día vierta tus palabras,

una a una en el cuenco de tus hojas,

de las que desprendes su fragancia

y nos fascinas con la dulzura

de su sencilla melodía sibilante,

casi inadvertida,

casi olvidada,

casi en la nada,

pero ahí está,

Tú presencia.



Está en cada color

que ilumina sus haces dorados,

en cada movimiento

que emprende con el viento,

en cada posarse

en Tú mano,

en la mano que Tú acoges y meditas,

en cada momento

que miras y sonríes

con comprensión y amor.


Del amor y de la vida

eres Tú, ansiado don

de volar en sueño a tu lado,

y sentirte como brisa en el corazón.


Que cada mañana prendan los cielos

Tú Nombre e iluminen los cielos nuestra vida

para sabernos en el sendero

que tu amor nos confía

y enseña con caricias

de vida, amor e ilusión.


Siempre en ti estaré,

donde Tú estés estaré yo,

si esa es tu bendición.



viernes, 24 de julio de 2009

Azul de amar

(foto carver)


Fluyen las olas

casi las puedo tocar,

su sonido me asombra

casi es un palpitar,

sangre en la tierra,

savia en el mar,

reducto de almas que un día

decidieron bajar para amar,

que un día nos vieron amar.


Fluyen palabras

fluyen del sol

y aunque no lo tracen

siempre te llenan de paz,

fluyen de las olas

que me arrastran al mar,

me llevan con ellas,

allá donde estás.


Fluyen mis ansias,

mis ganas de amar,

mis pupilas se inyectan

de cielo y de mar.


Fluyen, fluyen sin más,

sin mar en las olas,

creyéndote amar y ahora ya saben

que tu vida está allá donde nació el amar.


Fluyen las olas sobre una nube de mar,

cierro mis ojos y las oigo brotar,

andan sedosas las olas del mar,

descienden las luces que lo hacen brillar,

y lo inundan todo de azul de mar.


Orilla amiga mía,

tú si me sabes amar,

tú si me sientes amar.


Orilla mía, amiga,

danza mi vida adonde tú vas

en donde te veo, vas

y me desgajo en mar de amar.


Fluyen las olas,

recorren mi mar,

mi alma necesita de ti

para poder nadar,

para poder andar.


Fluye, fluye vida mía,

que adonde vas te he de guiar,

adonde irás te he de encontrar,

a donde amas me has de llevar,

en donde me sientas allí me amarás.


Fluyen las olas

cual racimo de mar,

sin más cual viento has de ondear,

colores de almas que has de colmar.


Fluye, vida mía,

fluye y no mires atrás,

porqué del tiempo que apremia

nada ha de quedar,

del cielo que lo alienta,

nada ha de acabar,

porque en el cielo y en la tierra

tu azulina estela has de abrazar.


Fluyen las olas a la orilla del mar

Fluyen ellas solas,

mi solitario mar de amar,

azul de amar

azul de eternidad.


domingo, 19 de julio de 2009

Salida del tunel...



Quizás el viento se deje de sentir ese día,

cuando llegue...,

quizás se dejen de sentir todas las cosas,

pero el alma seguirá viva entre letras y estrellas,

y se notará el frío de la ausencia.



Pero el calor que va por dentro

nunca perderá su esencia,

letras y poemas engarzados

desde un alma a otra alma.


Se sienten cercanas y se alientan,

porque no todo se puede ver,

ni oír, ni sentir, ni escuchar, ni oler,

ni se puede saber de forma alguna.


Hay algo que sólo algunas almas notarán

cuando llegue la noche de la partida

y las oscuras luces del día

se iluminen sin soles ni lunas.


Las letras se esparcirán

sin escribirlas ni volcarlas en tinta.


Cuando llegue la mañana

de nuestra nueva vida,

llegaremos cargados

de todo un tesoro de vidas,

o vacíos de ellas.


Sólo de nosotros dependerá

que nuestro baúl lleve dentro

luz y calor y no frío y ausencia,

sólo de nosotros dependerá

que el final de la vida sea el reinicio

de la vida eterna o simplemente

de nuestra vuelta a ella,

la que dejamos atrás al volver la vista

y cerrar las puertas de la vida.



Del cielo vimos su estrella y su luna,

y supimos que nos esperaba un sitio,

un lugar, pero que nuestro transito

concluiría pronto y de nosotros dependería

que todo fuera luego realidad

y no simple espejismo de vida nómada,

de vida material y vestida de vida

sin amor y sin sentido.



Cuando todo acabe comenzará

la verdadera aventura,

la que nos depara para siempre

el final de esta vida,

ese final que lleva su designio

impreso en nuestra conciencia,

en nuestra inconclusa muerte,

porque de vida tenemos lo que nacemos

y de muerte tenemos lo que hacemos,

de vida tendremos lo que amemos

y de muerte lo que odiemos,

de vida tendremos lo que sentimos de bueno

y de muerte lo hacemos sufrir de malo.



En nuestros bolsillos del alma serán nuestra llave

y en la muerte los bolsillos de nuestras prendas

serán más un lastre que nos alejará, que otra cosa,

nos alejará del carro alada y de fuego

con el que las almas sueñan dormidas

pero sedientas de vida.



Nos empujará a ver lo que de verdad queda

y nuestra ceguera no debería impedir

que nos diéramos en el sentimiento,

que lo palpáramos como el viento,

como el aire que refresca nuestra garganta

cuando entra y nos alimenta,

como el sueño que repara nuestra consciencia,

cuando nos aleja de nuestras torpezas

como el ansia del perdón prendido

con el que dependemos para poder ser vivos,

sobrevenir a la trasgresión que posiblemente alguna vez

hayamos incurrido en nuestra azarosa y efímera existencia.



Por todo ello la luz nos habla

de lo que de verdad queda,

de lo que de verdad hay,

venimos solos, marchamos solos,

encontramos solos nuestras luces amadas,

pero seguiremos solos hasta el día

que la luz amada nos tienda su morada,

esa que nos devolverá el lugar de nuestra vida ansiada,

ese que sólo los más pobres de lo mundano,

verán con sus propias almas

y elevaran sus plegarias para que sean escusadas

y no devueltas al cenagal donde las almas no avanzan.



Tengamos pues ese día como meta,

cuando llegue que no nos coja dormidos,

que no nos agarre desprevenidos,

que no nos asuste la ausencia,

porque será ausencia de plenitud,

de amor, de luz,

todo se llenará de universo

y todos sabrán que de alguna manera

todo acaba, pero todo llega y sigue

como cuando comenzó la existencia,

nuestra vida,

la que se nos dio al nacer

y que de donde venimos

allí volvemos,

tan sencillo es,

que cuesta creer que haya almas

que no lo quieran saber,

así al menos lo siento yo.



El amor nos llevará de la mano,

sólo tenemos que leer nuestro corazón

y mostrarlo tal cual es,

nos llevará de la mano él mismo

para mostrarnos el camino que nos trajo aquí,

que nos nació y que nos cercó a esta vida.



Ahora es mañana,

y ayer será mañana,

el nuevo nacer será la puerta

de nuestra salida,

de nuestra nueva vida.




domingo, 5 de julio de 2009

(foto Carver)




Quiero escuchar tu silencio,
quiero escucharte en silencio,
quiero escucharte en Tú silencio,
quiero escucharte hasta dentro,
hasta que me prendas por dentro,
hasta prenderme de Tú fuego.

Quiero escuchar en tu silencio,
quiero esconderme por dentro,
serte dentro,
hablarte en ti en mí,
para que seas Tú
quien me habite por dentro.


Quisiera tenerte por dentro,
donde te escucho en el sigilo,
donde las lumbres de Tú luz
me alumbren de incienso