domingo, 19 de julio de 2009

Salida del tunel...



Quizás el viento se deje de sentir ese día,

cuando llegue...,

quizás se dejen de sentir todas las cosas,

pero el alma seguirá viva entre letras y estrellas,

y se notará el frío de la ausencia.



Pero el calor que va por dentro

nunca perderá su esencia,

letras y poemas engarzados

desde un alma a otra alma.


Se sienten cercanas y se alientan,

porque no todo se puede ver,

ni oír, ni sentir, ni escuchar, ni oler,

ni se puede saber de forma alguna.


Hay algo que sólo algunas almas notarán

cuando llegue la noche de la partida

y las oscuras luces del día

se iluminen sin soles ni lunas.


Las letras se esparcirán

sin escribirlas ni volcarlas en tinta.


Cuando llegue la mañana

de nuestra nueva vida,

llegaremos cargados

de todo un tesoro de vidas,

o vacíos de ellas.


Sólo de nosotros dependerá

que nuestro baúl lleve dentro

luz y calor y no frío y ausencia,

sólo de nosotros dependerá

que el final de la vida sea el reinicio

de la vida eterna o simplemente

de nuestra vuelta a ella,

la que dejamos atrás al volver la vista

y cerrar las puertas de la vida.



Del cielo vimos su estrella y su luna,

y supimos que nos esperaba un sitio,

un lugar, pero que nuestro transito

concluiría pronto y de nosotros dependería

que todo fuera luego realidad

y no simple espejismo de vida nómada,

de vida material y vestida de vida

sin amor y sin sentido.



Cuando todo acabe comenzará

la verdadera aventura,

la que nos depara para siempre

el final de esta vida,

ese final que lleva su designio

impreso en nuestra conciencia,

en nuestra inconclusa muerte,

porque de vida tenemos lo que nacemos

y de muerte tenemos lo que hacemos,

de vida tendremos lo que amemos

y de muerte lo que odiemos,

de vida tendremos lo que sentimos de bueno

y de muerte lo hacemos sufrir de malo.



En nuestros bolsillos del alma serán nuestra llave

y en la muerte los bolsillos de nuestras prendas

serán más un lastre que nos alejará, que otra cosa,

nos alejará del carro alada y de fuego

con el que las almas sueñan dormidas

pero sedientas de vida.



Nos empujará a ver lo que de verdad queda

y nuestra ceguera no debería impedir

que nos diéramos en el sentimiento,

que lo palpáramos como el viento,

como el aire que refresca nuestra garganta

cuando entra y nos alimenta,

como el sueño que repara nuestra consciencia,

cuando nos aleja de nuestras torpezas

como el ansia del perdón prendido

con el que dependemos para poder ser vivos,

sobrevenir a la trasgresión que posiblemente alguna vez

hayamos incurrido en nuestra azarosa y efímera existencia.



Por todo ello la luz nos habla

de lo que de verdad queda,

de lo que de verdad hay,

venimos solos, marchamos solos,

encontramos solos nuestras luces amadas,

pero seguiremos solos hasta el día

que la luz amada nos tienda su morada,

esa que nos devolverá el lugar de nuestra vida ansiada,

ese que sólo los más pobres de lo mundano,

verán con sus propias almas

y elevaran sus plegarias para que sean escusadas

y no devueltas al cenagal donde las almas no avanzan.



Tengamos pues ese día como meta,

cuando llegue que no nos coja dormidos,

que no nos agarre desprevenidos,

que no nos asuste la ausencia,

porque será ausencia de plenitud,

de amor, de luz,

todo se llenará de universo

y todos sabrán que de alguna manera

todo acaba, pero todo llega y sigue

como cuando comenzó la existencia,

nuestra vida,

la que se nos dio al nacer

y que de donde venimos

allí volvemos,

tan sencillo es,

que cuesta creer que haya almas

que no lo quieran saber,

así al menos lo siento yo.



El amor nos llevará de la mano,

sólo tenemos que leer nuestro corazón

y mostrarlo tal cual es,

nos llevará de la mano él mismo

para mostrarnos el camino que nos trajo aquí,

que nos nació y que nos cercó a esta vida.



Ahora es mañana,

y ayer será mañana,

el nuevo nacer será la puerta

de nuestra salida,

de nuestra nueva vida.




4 comentarios:

Silencios dijo...

No me gustaría irme sola, quiero llevarme el amor, el dolor, las mañanas y las noches que he vivido día a día con o sin ilusión, quiero el recuerdo de la soledad de mi muerte. quiero ..... una reflexión.

Mil gracias Carver

Mis besos

Pluma Roja dijo...

El amor es lo que salva a los hombres. Lo tienen dentro y no lo quieren ver.

Viven infiernos sin purgatorio se lo pasan de largo y se (nos) vamos y ese irse, es un irse sin retorno. Sin haber visto. Sin haber querido ver. Es aquí dónde hay que ver.

Precioso de veras Carver. Filosófico y hasta podría decir Teológico tu texto. Nos seguimos comunicando. Gracias por haberme descubierto este tu rincón tan rico en palabras, en filosofía. Ya no dejaré de venir, pues ya te sigo.

Carver dijo...

Gracias por tu presencia en mis pensamientos Pluma Roja, creo que has adivinado lo encierra cada blog, este es únicamente filosófico-metafísico, dicho así quizás parezca un tanto presuntuoso por mi parte, pero esa es la diferencia entre los dos blogs principales.
Este apartado blog es de mi pensamiento entre teológico y ontológico y un tanto filosófica, pero desde la sencillez de mis palabras. Unir las dos en un contexto de lo trascendente es su proyección, al menos es lo que intento.

Gracias por tu compañía
C.


(haciendo un pequeño inciso creo que debería ponerte un nombre distinto..., como te gustaría que te llamara o prefieres que siga con tu nick??):-)

Carver dijo...

Me gustan tus reflexiones Silencios, llevarse lo que de individual tenemos en el alma...,

besos